El mismo capataz de la historia anterior fue un día a
recoger su propio coche a la hora de salida del trabajo. Nuevamente no lo
encontraba, pero ¡córcholis! esta vez era más serio pues se trataba de su
propio coche. Claro, se había dejado las llaves a la vista en la repisa, pero
no esperaba que en su propio centro de trabajo le robaran su coche. Acudió
nuevamente al director para denunciarlo y se fue como pudo a su casa.
En la propia Unidad trabajaba un perito agrícola que trataba
de hacer la licenciatura en Ciencias Físicas en la Universidad de Zaragoza.
Para estudiar aprovechaba el tiempo nocturno y para ello se drogaba con lo que
podía. De tal forma que llegaba colocado al trabajo. Aquel día de los hechos, quizás
algo más pues tenía examen y debía ir a la Facultad. El caso es que seguía
colocado a la hora de salir del trabajo.
Su coche y el del capataz eran del mismo modelo. Se metió en
el coche del capataz y con sus propias llaves no conseguía arrancarlo. De repente
vio otras llaves en la repisa y con ellas arrancó y se fue directamente al
examen. A la salida del examen cogió el coche y lo aparcó en las cercanías de
su domicilio.
A la mañana siguiente, ya en mejores condiciones mentales,
no encontraba su propio coche ni en su casa ni en la Universidad y volvió como
pudo al trabajo. Allí lo esperaba el capataz que suponía lo que había ocurrido.
Y comentaba para sus adentros: ¡Qué jefes tengo!