Yo fui campista en el Camping Las
Nieves. Como ya se ha dicho repetidamente era un camping estupendo. Pensado y
cuidado para satisfacer a su público. Uno de sus placeres, al menos para mí y
mi familia, era el agradable paseo que, cruzando la carretera hacia el rio Gállego,
por la orilla de éste, había hasta llegar a Biescas. Era, es un camino de los
de antes, bordeado de árboles y paredes de piedra que limitan los huertos
centenarios que, en otra época, pues hoy ya tienen otros usos, debieron criar
unas estupendas frutas y hortalizas. Todavía puede observarse la red de
acequias que los vivificaban. En fin, su frondosidad y verdor nos otorgaban en
verano un paseo muy agradable. Sin embargo, a mí y mi familia había algo que
siempre nos molestaba de esta actividad y es que, cruzando desde el camping
hacia el rio Gállego, siempre había que atravesar una zona llena de grandes
pedruscos en la que el camino, aparte de falto de sombra, no era tan definido,
verde y llano como unos metros más adelante, donde comenzaban los huertos de
Biescas. No entendíamos porque no era todo uniforme. Hoy, mejor dicho, a los
pocos días de la desgracia de la tormenta, aparentemente imprevisible por sus
proporciones, comprendimos que los hortelanos de Biescas, que debieron de tener
que construirse aquellos huertos con gran esfuerzo, sabían muy bien dónde
debían y donde no construir sus huertos. Habían aprendido de la naturaleza, lo
que otros aparentemente más civilizados todavía no quieren ver.
Para completar la historia. Yo la noche de la riada no estuve en el camping. Pero podia haber estado. Mi hija recibió una llamada diciendo que la invitaban a Málaga y eso trastoco nuestro plan. Mi hijo, que no había hecho plan de venir con nosotros, cuando se entero de lo que había sucedido, se puso a llorar.
Para completar la historia. Yo la noche de la riada no estuve en el camping. Pero podia haber estado. Mi hija recibió una llamada diciendo que la invitaban a Málaga y eso trastoco nuestro plan. Mi hijo, que no había hecho plan de venir con nosotros, cuando se entero de lo que había sucedido, se puso a llorar.