lunes, 13 de abril de 2015

STRIPTEASE EN UN PAIS COMUNISTA (1969)


El espectáculo del striptease lo pudimos ver en Liubliana, la capital de Eslovenia, entonces integrada en Yugoslavia. Nuestra sorpresa fue que en esa ciudad había bas­tantes turistas occidentales. Sobre todo italianos y aus­triacos o alemanes, pero no detectamos personas de otros países del Este. Y seguramente por ello se ofrecían espectáculos orientados a los occidentales. Claro, también en España había muchos turistas y que yo sepa el tema estaba prohibido.

Ya se sabe que, en aquélla época, Tito defendía una cierta independencia sobre la URSS y mantenía un régimen comunista más abierto. Creo que la llamaban la tercera vía, entre el capitalismo y el comunismo. Seguramente, a diferencia de los demás países comunistas, eso les llevaba a recibir turistas occidentales y conseguir un mejor nivel de vida para los yugoslavos. Como entonces pasaba en España.

La noche en cuestión, después de dar una vuelta por la ciudad y cenar algo, prácticamente todo el grupo estábamos en las puertas del espectáculo de striptease.

Nos acomodamos a la espera del show. Nos anunciaron que serían seis sesiones de strip­teases, protagonizando cada sesión una stripper diferente. Yo creo que para la mayor parte de nosotros era el primer espectáculo que veíamos de este tipo, así que había mucha expectación en el grupo.

Al ritmo de músicas sugerentes, media docena de mujeres se fueron desnudando integral y sucesivamente ante nues­tros ojos, de la forma más natural y fina que se podía uno imaginar. Para mí fue un espectáculo inigualable y que no volví a ver en mi vida, pues esta ‘técnica’ con el tiempo fue degenerando a espectáculos más procaces, que perso­nalmente nunca me han gustado.

Queda por comentar que entre las actuantes había una española cuyo nombre de guerra era Carmen, como en la ópera. Cuando llegó su turno, informada de nuestra presencia, se dirigió a nosotros en español, y se armó tal alboroto con sus insinuaciones, que tuvieron que poner orden en la sala. Ya se sabe lo bullangueros que podemos ser los españoles.

Después de cada actuación, una mujer mayor, vestida toda de negro, recogía discretamente la ropa que quedaba sobre el escenario. A alguno de nosotros, no sé a quién, se le ocurrió aplaudirla cuando salía e incluso pedir insistente­mente que ella también hiciera despelote. Por supuesto, no lo conseguimos.

Carmen sí que nos recibió en su camerino al final del espectáculo, curiosa por saber qué hacía un grupo de españoles en un país comunista. Y nosotros curiosos por saber qué hacía una chica española en un lugar como ése. La explicación era muy clara, ella se había criado en Francia hija de emigrantes españoles, y la vida la había llevado por esos derroteros. Nos comentaba que su trabajo le daba independencia, sin tener que dedicarse a servir en los hogares franceses, como ocurría por aquel entonces con muchas chicas españolas. Nos pareció una espabilada muchacha.

La mujer de negro recogedora de ropa y el despelote imposible de ella, me recuerda los despelotes de ‘El Plata’ en Zaragoza, acompañados al piano por un tal Don Luis. Éste tocaba de espaldas a las actuantes (supongo que para no distraerse y perder el hilo de la música) y cuando acababa cada una de ellas, todo el público pedía con insistencia ‘que cante Don Luis’. Cosa que, hay que aclarar, nunca se consiguió.

El Plata estuvo cerrado varios años por reformas, pero reabrió bajo la dirección de Bigas Luna, con el objetivo de conseguir el ambiente procaz, rural e interactivo con el público, por el que era famoso en toda España. Tenía y tiene su punto álgido con ocasión de las Ferias de Maquinaria Agraria de Zaragoza, donde llegan agricultores de toda España que, con la cobertura de la feria, algunos aprovechan para ir a El Plata y hacer otras visitas poco edificantes.

Esa noche, cuando nos recogimos en la residencia, nuestras mentes estaban en los cuerpos hermosos que sensualmente nos habían mostrado media docena de jóvenes mujeres.

 

 

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